lunes, 8 de agosto de 2022

¿CÓMO PENSABA HITLER LA EDUCACIÓN?

 Hablar del Hitler y del nazismo puede ser polémico, más cuando de ello se intenta rescatar algún elemento favorable. Sé de lo devastador que fueron sus actos, pero recordarlos no es el objetivo de este escrito. Lo que quiero aquí es exponer la idea general de educación que Hitler deseaba para la Alemania que estaba bajo su poder. También quiero discutir un poco la relación entre los propósitos de la educación nazi y los establecidos por instituciones u organismos reguladores de políticas educativas internacionales.

    Hitler estaba guiado por lo que hoy sabemos es falso, que en los humanos hay razas; que ciertas características físicas de unas, eran indicadores de superioridad frente al resto de variables del mismo tipo. Algo tan falso como cuando los antiguos cronólogos explicaban la «inteligencia» de los hombres y las mujeres por mediciones de sus cráneos y cerebros. Parece entonces que Hitler es un ejemplo extremo de lo que sucede cuando un apoderado político cree en falsos supuestos acerca de la naturaleza humana.

    La educación que planeó Hitler para el pueblo alemán consideraba a los niños el tesoro más valioso, pues de lo que en ellos se pudiera formar dependería en gran medida el futuro del movimiento nazi. Por ello que, desde los primeros niveles educativos los niños eran convencidos al racismo y entrenados para desarrollar habilidad física, que sería de bastante utilidad al integrarlos a cuerpos militares, donde para cohesionar tendrían que compartir los mismos principios, y para pelear, tendrían que poseer un cuerpo fuerte.

    Si de la educación nazi se pudiera establecer una jerarquía de los valores que perseguía, el lugar más prioritario estaría ocupado por la formación de hombres sanos, alejados del sedentarismo, luego, el entrenamiento en solución de problemas, enseguida, el desarrollo del carácter para la toma de decisiones y de responsabilidades, y finalmente, el aprendizaje de saberes de corte científico. Decía Hitler que “un hombre, si bien de instrucción modesta pero de cuerpo sano y de carácter firme, rebosante de voluntad y de espíritu de acción, vale más para la comunidad del pueblo que un superintelectual enclenque” (p. 162).

    Desarrollar el carácter estaba justificado por considerarse causa de los males que había sufrido el pueblo alemán. Hitler consideraba que, si una generación identificaba sus defectos, se quejaba de ellos pero no hacia nada al respecto, estaba encaminada a la destrucción. Para él, las nuevas generaciones tenían que tener el coraje de tomar decisiones difíciles y de aceptar la culpa cuando sus responsabilidades fracasaran. Una asignatura de valor para estos propósitos era la de historia, que permitía estudiar los hechos con los cuales otros pueblos desarrollaron poderío y grandeza. Decía que la historia debía simplificarse a hechos, y no a grandes narrativas sin utilidad.

    Hitler sabía que la formación de niños y jóvenes estaba en relación a las experiencias sobre los que eran entrenados. Por ello que tenía que ser puntual con el ambiente donde debían suceder estas experiencias. Parte de ese ambiente era también la alimentación, la actividad física, la identidad de la que se hacían los jóvenes, y la cultura que absorbían a través de los libros, la radio y demás medios de comunicación. En aquellos tiempos ocurría que el hijo de un campesino tenía menos «talento» que el hijo de un burgués, y Hitler dejó en claro su impresión ante esto, diciendo que nada tenía que ver si era campesino o burgués, sino del amplio número de experiencias que uno no había tenido y el otro sí.

    A los niños que pudieran destacar durante su formación en la escuela, se les seleccionaba para participar en la creación de obras y proyectos útiles para la sociedad. Ese lugar, decía Hitler, donde se unen la capacidad y el saber, tendría que ser enseñado como un lugar de gran valor para la comunidad, con el fin de generar hambre de ser un hombre histórico para el pueblo, y luego, ese hombre ser referente de las siguientes generaciones.

    Lo que se ha dicho está referido a la educación destinada a los varones, pues para las mujeres lo planeado giraba en prepararlas para la maternidad; pasar el embarazo en las mejores condiciones para evitar complicaciones a la hora del parto y criar al niño en sanidad, con la mejor medicina a la mano.

    Con esta breve idea general que he extraído del libro Mi Lucha, acerca de cómo Hitler idealizaba la educación para el pueblo alemán, podemos apreciar el énfasis en diseñar el ambiente y las situaciones de entrenamiento, aun cuando se tratara de formar algo tan abstracto e interno como «la identidad», Hitler sabía que dicho constructo se forjaba en contacto con entidades físicas, no en cambio, bajo elementos inmateriales o mentales.

    Digo que hay elementos por rescatar de las ideas de Hitler, ya que la educación, como tecnología que es, puede estar basada en fundamentos más verdaderos que otros, y aplicada a fines más correctos -en el sentido ético- que otros. Tal como sucede con aviones de carga, por poner un ejemplo bastante sencillo, que puede haber modelos basados en diseños más eficientes que otros, y tener usos más correctos que otros. Un avión que transporta armas puede ser el que posea el diseño más eficiente, y no por tener un uso menos correcto, la eficiencia de su diseño debe ser demeritada. Contrario a este, un avión que transporta medicamentos y tiene el diseño menos eficiente, no por tener un uso más correcto se debe sobrevalorar la eficiencia de su diseño. Tengo la impresión de que algo así sucede entre la “educación hitleriana” y la posmoderna.

    La educación básica actual -y gran parte de la superior-, que es posmoderna, parte de mentalismos, sentimentalismos y otro tipo de entidades hipotéticas para el logro de sus fines, como lo es “desarrollar la confianza en sí mismo”. Ósea, parte de fundamentos de poca o nula validez. Y aunque sus fines son bastante deseables para la vida en sociedad, los fracasos y la simulación de éxitos es enorme. Seguirá siendo difícil conseguir dichos logros mientras no se parte de una sólida base empírica. Así que, aun cuando Hitler hizo de la educación la búsqueda de fines menos correctos, sí que partió de mejores fundamentos. Mientras que la SEP (Secretaría de Educación Pública) (México) fracasa en desarrollar confianza en los niños y jóvenes mediante mentalismos y sentimentalismos absurdos, Hitler desarrolló confianza en sus niños y jóvenes a través de entrenamiento físico, orgánico y comportamental. Pienso que no porque los fines de Hitler fueran menos correctos que los que busca la SEP, deben desmeritarse sus medios, y que no porque la SEP busque fines más correctos, debe de evitarse la crítica a los suyos.

    Expertos de otras áreas han sabido aprovechar las tecnologías y conocimiento de ese obscuro periodo de tiempo para encausarlos a mejores fines, como los comunicólogos con las estrategias de propaganda, los médicos con el cáncer a consecuencia del tabaquismo, los ingenieros mecánicos con el funcionamiento de autos, etc.

    Por favor que quede claro el objetivo del escrito, que no es favorecer la figura de una persona destructiva como lo fue Hitler, sino el de observar a la educación como una tecnología, analizar sus fundamentos y sus fines, para entonces valorar la relación que guardan unos con otros. Una crítica moral no cabría en este lugar.



Referencias

        ¿Es ético utilizar los descubrimientos científicos nazis para salvar vidas? Disponible en https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-49240265?fbclid=IwAR2FaqLkte5FkGDHy6RN4LCsVW6ZXxu4kRw3IM2sLwXzUL3JnCZinubJxMI

    Inventos nazis que llegaron hasta la actualidad y aún causan dudas éticas al utilizarlos o recordarlos. Disponible en: https://www.eluniverso.com/entretenimiento/2019/10/29/nota/7580903/inventos-nazis-que-usan-actualmente/?fbclid=IwAR0FJ2qIzaIO5WEGiBflzoQQ2coiINrxI5qPYnxu2Ws5YccNrkDVJzHXEAE

Hitler, A. (2016). Mi Lucha. Época.


Autor: Jesús Octavio Villarreal-Paz

Contacto: villarrealpaz.jo@gmail.com



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