INEVITABILIDAD Y NECESIDAD DE LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
No hay escape de la
filosofía.
Ninguna ciencia, ni técnica, ni tecnología, escapan de la filosofía. Todas ellas guardan relación con ideas sobre las cuales es imposible no reflexionar. Las ideas de Verdad, de Utilidad, de Ciencia, de Comunicación, de Progreso, de Dialéctica, de Mundo, de Matrimonio, de Objetividad, de Economía, etcétera, son ideas que a lo largo de la historia han experimentado cambios en su significado y que incluso actualmente éste varía según el contexto en el que se les utilice.
Todos somos filósofos.
Es más, cualquier persona
cuyas funciones cognoscitivas superiores gocen de buen funcionamiento, tampoco
se escapa de filosofar, ni aun tratando de evitarlo. Lo hace cada vez que emite
un juicio sobre la idea de Dios, sobre el sentido de la vida, sobre cuál es la
manera a su parecer correcta de criar a un hijo, sobre cómo están desempeñando
sus funciones administrativas los gobernantes de turno, sobre si el aborto debe
ser o no prohibido por el Estado, o sobre si a las parejas homosexuales debe o
no permitírseles adoptar a un infante como hijo. Etcétera. Sea o no consciente,
quiera o no quiera hacerlo, esta persona fisiológicamente dotada de pensamiento,
filosofa constantemente, y de hecho lo seguirá haciendo hasta el fin de sus
días, a menos que sus capacidades cognoscitivas se vean atrofiadas estando aún
en
vida.
Cuando decimos que la
filosofía no es la madre de todas las ciencias y que tampoco se reduce a su
significado etimológico —repetido hasta el hartazgo cuando se busca definirla—,
sino que es un saber de segundo grado, queremos decir lo siguiente: que la
filosofía se ocupa de reflexionar críticamente —es decir, de clasificar — ideas
y conceptos desprendidos de los saberes de primer grado. Es decir, de los
frutos dados por los saberes políticos, técnicos, tecnológicos, científicos. Siendo
esta la principal razón de que haya tantas filosofías como saberes de primer
grado: filosofía de las matemáticas, filosofía de la economía, filosofía de la
geografía, filosofía de la física, filosofía de la tecnología
, filosofía de la técnica, etcétera. Y dado que la educación ha reunido a lo
largo de su historia un ingente número de individuos, de grupos y de
instituciones que se han dedicado a estudiar todo lo que en su campo se
considere propio, hay también, por lo tanto, una filosofía de la educación.
Inteligencia, memoria,
aprendizaje, enseñanza, instrucción, adiestramiento, formación —y el propio
sintagma «Educación»—, etcétera, son conceptos e ideas sobre las que se hace
necesario reflexionar críticamente al ser abundante la literatura que sobre
ella se ha producido y se sigue produciendo. Y más aún con
el
auge de la Pedagogía como supuesta ciencia madre de la Educación.
A pesar de que todos
seamos filósofos, no todos filosofamos de la misma manera. Así que, por lo
tanto, las conclusiones a las que lleguemos no serán las mismas y habrá que
analizarlas para dar cuenta de cuáles son más acertadas y cuáles más erradas.
De ahí que, aunque
«todos» seamos filósofos no todos lo somos del mismo tipo. Es decir, no es lo
mismo, por ejemplo, filosofar desde unas coordenadas filosóficas —o sea, haciendo uso de determinados criterios de
razonamiento— materialistas al estilo de Bunge, que hacerlo desde unas
coordenadas analíticas en la línea de Bertrand Russell, con criterios
psicoanalíticos freudianos o bien desde una óptica foucaultiana. No es lo
mismo. Aún entre los distintos materialismos existentes hay diferencias
sustanciales. Siendo así que las coordenadas filosóficas desde las cuales se haga
filosofía determinarán en gran medida las conclusiones a las que se consiga
llegar. Tengamos eso en cuenta.
…Razonaremos ejemplos puntales acerca del
papel que la filosofía de la educación está
desempeñando en la actualidad, además de pincelar a grandes rasgos las
diferentes respuestas que las diversas filosofías ofrecen a problemas centrales
—aún vigentes— de la educación, haciendo especial defensa en las ofrecidas por
el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno Martínez (1924—2016), sistema
filosófico al que el autor se adscribe.
Autor: Javier Roberto Herrera
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