miércoles, 28 de septiembre de 2022

INEVITABILIDAD Y NECESIDAD DE LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN: PRIMERA PARTE

 INEVITABILIDAD Y NECESIDAD DE LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN

No hay escape de la filosofía.

    Ninguna ciencia, ni técnica, ni tecnología, escapan de la filosofía. Todas ellas guardan relación con ideas sobre las cuales es imposible no reflexionar. Las ideas de Verdad, de Utilidad, de Ciencia, de Comunicación, de Progreso, de Dialéctica, de Mundo, de Matrimonio, de Objetividad, de Economía, etcétera, son ideas que a lo largo de la historia han experimentado cambios en su significado y que incluso actualmente éste varía según el contexto en el que se les utilice.

Todos somos filósofos.

    Es más, cualquier persona cuyas funciones cognoscitivas superiores gocen de buen funcionamiento, tampoco se escapa de filosofar, ni aun tratando de evitarlo. Lo hace cada vez que emite un juicio sobre la idea de Dios, sobre el sentido de la vida, sobre cuál es la manera a su parecer correcta de criar a un hijo, sobre cómo están desempeñando sus funciones administrativas los gobernantes de turno, sobre si el aborto debe ser o no prohibido por el Estado, o sobre si a las parejas homosexuales debe o no permitírseles adoptar a un infante como hijo. Etcétera. Sea o no consciente, quiera o no quiera hacerlo, esta persona fisiológicamente dotada de pensamiento, filosofa constantemente, y de hecho lo seguirá haciendo hasta el fin de sus días, a menos que sus capacidades cognoscitivas se vean atrofiadas estando aún en vida.

 La filosofía es un saber de segundo grado.

    Cuando decimos que la filosofía no es la madre de todas las ciencias y que tampoco se reduce a su significado etimológico —repetido hasta el hartazgo cuando se busca definirla—, sino que es un saber de segundo grado, queremos decir lo siguiente: que la filosofía se ocupa de reflexionar críticamente —es decir, de clasificar — ideas y conceptos desprendidos de los saberes de primer grado. Es decir, de los frutos dados por los saberes políticos, técnicos, tecnológicos, científicos. Siendo esta la principal razón de que haya tantas filosofías como saberes de primer grado: filosofía de las matemáticas, filosofía de la economía, filosofía de la geografía, filosofía de la física, filosofía de la tecnología , filosofía de la técnica, etcétera. Y dado que la educación ha reunido a lo largo de su historia un ingente número de individuos, de grupos y de instituciones que se han dedicado a estudiar todo lo que en su campo se considere propio, hay también, por lo tanto, una filosofía de la educación.

    Inteligencia, memoria, aprendizaje, enseñanza, instrucción, adiestramiento, formación —y el propio sintagma «Educación»—, etcétera, son conceptos e ideas sobre las que se hace necesario reflexionar críticamente al ser abundante la literatura que sobre ella se ha producido y se sigue produciendo. Y más aún con el auge de la Pedagogía como supuesta ciencia madre de la Educación.

 Hasta entre los filósofos hay razas.

    A pesar de que todos seamos filósofos, no todos filosofamos de la misma manera. Así que, por lo tanto, las conclusiones a las que lleguemos no serán las mismas y habrá que analizarlas para dar cuenta de cuáles son más acertadas y cuáles más erradas.

    De ahí que, aunque «todos» seamos filósofos no todos lo somos del mismo tipo. Es decir, no es lo mismo, por ejemplo, filosofar desde unas coordenadas filosóficas o sea, haciendo uso de determinados criterios de razonamiento— materialistas al estilo de Bunge, que hacerlo desde unas coordenadas analíticas en la línea de Bertrand Russell, con criterios psicoanalíticos freudianos o bien desde una óptica foucaultiana. No es lo mismo. Aún entre los distintos materialismos existentes hay diferencias sustanciales. Siendo así que las coordenadas filosóficas desde las cuales se haga filosofía determinarán en gran medida las conclusiones a las que se consiga llegar. Tengamos eso en cuenta.

 En la siguiente entrega…

 …Razonaremos ejemplos puntales acerca del papel que la filosofía de la educación está desempeñando en la actualidad, además de pincelar a grandes rasgos las diferentes respuestas que las diversas filosofías ofrecen a problemas centrales —aún vigentes— de la educación, haciendo especial defensa en las ofrecidas por el Materialismo Filosófico de Gustavo Bueno Martínez (1924—2016), sistema filosófico al que el autor se adscribe.


Autor: Javier Roberto Herrera
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